Cirque du Soleil ha reinventado como nadie el concepto de circo tradicional para adaptarlo al siglo XXI. Con espíritu de parque temático y el know-how de la industria creativa más internacional y exigente, visitar su inmensa carpa ambulante promete convertirse en una experiencia total. Cada segundo de sus espectáculos ha sido ideado para desencajar la mandíbula de las 2600 personas que se comulgan en la Gran Carpa para verlos cada noche, y no decepcionan. Tras 24 años, han sabido labrar una marca potente que asegura la calidad extraordinaria de unos montajes de circo de gran (enorme) formato, visuales, técnicamente impolutos, poéticos y vibrantes. Hacen espectáculos de cualquier cosa que se les ponga por delante, desde Michael Jackson a los Beatles, pasando por Messi. ¡Sólo en Las Vegas tienen cinco propuestas simultáneas!
Ahora llega a Madrid Luzia, el homenaje que la compañía canadiense dedica a México. Una impresionante mariposa gigante da paso a una cascada de agua que inunda la enorme pista central giratoria para zambullirnos en un viaje por el gran país de las sensaciones y sus paisajes selváticos, paradisíacos y desérticos. Un universo de color donde la luz y agua son las protagonistas: el mismo nombre del espectáculo surge de mezclar los términos luz y lluvia. No reparan en gasto: desfilan acróbatas, columpios rusos, trapecistas, bailarinas de pole dance, música original en directo acompañando la poderosa voz de Mayo Cornejo, malabarismo imposible, un payaso que desafía las alturas, un caballo y un jaguar creados por el manipulador objetos Gerard Ballester… Todo aparece y desaparece de tus ojos sin que te des cuenta. Incluso verás cómo un contorsionista se despliega sobre sí mismo como si fuera una camisa planchada, y cómo llega, casi, a ponerse la cabeza en el culo. Bravos, hurras, ovaciones y aplausos entusiastas en cada número.
Dos horas (más 20 minutos de pausa para realizar un pipí, pasar por la cantina y comprar souvenirs) absolutamente increíbles.