Troncoso meets Capra

Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)

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Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban) → Teatro Corral de Comedias - Alcalá de Henares (Madrid)
08/09/2020

A mí lo que hace Troncoso me flipa. Me pilla muy cerca. Especialmente sus señoras; esas señoras que repiten y repiten las fórmulas con las que se sienten seguras. Esas señoras, como Marigel, que parece que se conforman con lo que tienen o con lo que les ha tocado vivir.

Después de las desgarradoras historias de «Las princesas del Pacífico» y «Lo nunca visto» (no puede haber personajes más heridos y dignos) ahora nos llega Marigel con su marido, el pobre Esteban. Jorge Usón es Esteban, ferretero por tradición. Ahí trabaja día tras día con su señora, Marigel, que bien podría ser su hermana, o su amiga, porque parecen más cómplices que matrimonio. Bueno, pues en su cadena de montaje en la que son felices, o al menos… no parece que sean infelices aparece un elemento que lo rompe todo. El teatro. Y dentro del teatro, la música. Y Esteban empieza a preguntarse cosas, a descubrir que su vida, que hasta entonces era moderadamente pacífica, necesita algo más. Que lo que le faltaba era la música. El ARTE como sanación y como revulsivo. El arte, la música, el teatro como orificio por el que entra el aire puro y regenerador. Y su vida se tambalea. Descubre que necesita algo más que el amor de su compañera para soportar una vida monótona y salta por los aires. Juega con la realidad como le da la gana (como cuando presenta a Marigel al pianista) porque ya sabe que la vida sin magia no es vida. Marigel no. Ella pasa. Está a puntito de dejarse llevar por ese impulso pero pasa. Y es que… con lo bien que estábamos… ¡¡¡quién nos manda!!!

Jorge Usón está fabuloso, descomunal, divertido, cómplice y desatado. Carmen Barrantes compone una «chica Troncoso» a la altura de sus predecesoras y canta, baila y se mide con Usón hablándole de tú a tú. Y Néstor Ballesteros está al quite para acompañar a esta pareja de bestias como un gran artista.

Quizá estén alargadas en exceso algunas situaciones y haya algo de autosatisfacción por lo que va saliendo. Hay frenazos de ritmo y ralentizaciones que a mí me resultaron algo enfáticas y poco fluidas, pero si relajas el esfínter y te dejas llevar por la magia de la situación y la química de la pareja, disfrutarás y te emocionarás con este melodrama provinciano y casi como de Capra. Pero qué coño, quién necesita a Capra si tenemos a Troncoso.

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