En el Teatro Galileo la Compañía Teatro del Noctámbulo nos presenta este compendio de siete piezas cortas que son como un menú degustación con tres ingredientes principales: Distopía, Humor Ácido y Crítica. Observamos siete escenas muy divertidas todas ellas en las que se critican distintos puntos de la vida de nuestros días centrándose en la crítica al capitalismo feroz.
Los actores están estupendos todos ellos, sobre todo ellas. Se adaptan perfectamente a las necesidades que vienen del texto y de la dirección y se convierten en seres absurdos y esperpénticos.
Como en todo en la vida hay escenas que mejor y peor, el principal fallo de la puesta en escena es la falta de ritmo en algunas de las piezas. Destacando la pieza de la mujer árabe, que el planteamiento está bien pero es lentísima y parece que la acción avanza a trompicones. Luego hay dos escenas que destacan por lo imaginativo del texto. Las risas de los espectadores eran notables y tanto los actores como el público se lo estaban pasando genial, y eso hace mucho. Destaco el trabajo de Meme Tabares que impresiona con su vis cómica. Marina Recio, tampoco se queda manca, es una actriz llena de frescura.
El texto, siete piezas con sus raíces en el absurdo de Ionesco, está muy bien, lleva al espectador por donde quiere. Sin embargo, peca de obviedad, el texto es demasiado poco sutil, la crítica es necesaria y está bien que se exponga en un escenario, pero la obra en ciertas ocasiones es muy panfletaria. Además tampoco te añade nada nuevo, ni te presenta los problemas de manera distinta, no hace que el espectador piense las cosas de otra manera ni le da la vuelta. El discurso es algo que te puedes encontrar en cualquier parte.
Estamos ante una obra bien dirigida, imaginativa, con una puesta en escena una escenografía y unas propuestas excelentes y sugerentes.