Los magníficos Dos nuevos entremeses, nunca antes representados regresan a La Abadía, germen de su creación, bajo la dirección de Ernesto Arias y con un maravilloso elenco formado en el laboratorio del espacio escénico.
La producción es una apuesta colectiva al imaginario entremesil de Miguel de Cervantes que sigue la estela de los primigenios Entremeses de 1996. El primer gran acierto del montaje es la selección de dos entremeses, no solo nunca antes representados, sino apenas conocidos dentro de la producción dramática cervantina. No supone este aparente desconocimiento una traba para llegar al público, ya que la idea de fuerza de partida es la riqueza de juego y viveza entremesil de El rufián viudo llamado Trampagos y La guarda cuidadosa cuyo hilo argumental son unas rondallas, una brillante intervención dramatúrgica que funciona de engarce entre las dos piezas.
De trama sencilla, los dos entremeses rebosan esencia cervantina: dos piezas de ambiente, de carácter urbano enmarcadas en el mundo el hampa y de la prostitución en el caso de El rufián viudo, y de diversidad de oficios en La guarda cuidadosa. Además, la narrativa cervantina, por su carácter interno dramático, se presta siempre permeable y enriquecedora de su dramaturgia y este hecho hace brillar la intertextualidad que impregna las letras de las rondallas de reminiscencias quijotescas. La dramaturgia en todo su contexto, la textual y la musical, el preciso espacio escénico, la atmósfera sonora y la interpretación versátil y precisa del vibrante elenco juegan y bailan al favor del suceso teatral: el canto de amor a la palabra cervantina.
El espectáculo es un ejercicio bellísimo de amor escénico a la visión humanista y libre de prejuicios del mejor teatro de Cervantes. El entremés, el teatro breve que rebosa calidad escénica e irradia el brillo de una inmejorable prosa poética que siempre celebra la libertad humana.