Eduardo Aldán lo ha vuelto a hacer. Tras Espinete no existe (12 temporadas en cartel) y Maldito Naranjito (6 temporadas), éste grandioso guionista y humorista vasco trae a la cartelera madrileña El jefe, un texto que tiene todos los ingredientes para quedarse bastantes temporadas. Esta vez, dicho texto no tiene el respaldo de la complicidad que la nostalgia producía en el espectador con sus anteriores guiones y se adentra en un tema más universal.
El punto de partida de El jefe es una situación que nadie desea (un despido) pero que, si tuviera que llegar, nos plantea la disyuntiva de cómo reaccionar: ¿quedamos bien por si hubiera que volver a la empresa o nos desquitamos y nos quitamos un peso de encima soltándolo todo? ¿Y si, además, tuviéramos la oportunidad de vengarnos?
Al igual que hizo con Espinete no existe, Eduardo Aldán, con su peculiar forma de hablar y contar las cosas (Christian Gálvez durante el rosco habla a cámara lenta en comparación), se sube a las tablas para defender su propio guion, aunque esta vez no está solo; le da las réplicas Israel Criado (a quien deseo un prometedor futuro, no solo por ser mi tocayo sino por lo que me pude reír con él gracias a una vis cómica fuera de serie). Ambos hacen un tándem cómico digno de ver y disfrutar gracias a la química que hay entre ellos.