Humanidad a Orillas del Mar

El Teatro de la Abadía acoge este montaje de la compañía Guindalera que ya pudimos ver anteriormente en el Teatro Español y en la propia Sala Guindalera (Tristemente desaparecida). El tándem Juan Pastor en la dirección y Jeannine Mestre recuperan esta historia basado en el libro autobigráfico del mismo nombre por Joan Didion. La historia, tan triste como humana en la que toda persona se ve o se verá reflejada, trata de como Joan Didion pierde en muy poco tiempo a sus seres queridos. Lo importante de la obra y lo que constituye su esencia es cómo ella afronta esas pérdidas, cómo detrás de la máscara de viuda entera y fuerte hay un pensamiento, unos razonamientos completamente ilógicos y hasta estúpidos.
Así, la belleza de este texto radica en la aceptación de esos pensamientos estúpidos que toda persona tiene cuando ha perdido a un ser querido. La obra es un espejo en el que vemos actitudes y pensamientos que todos tenemos. La obra es profundamente humana y la forma de contarla también. La actriz nos ofrece una interpretación suave, sin muchos sobresaltos, que quizá no llega a traspasar al espectador y dejarlo en el sitio, pero está llena de comprensión. Incluso se diría que la forma de hablar se parece al sonido de las olas del mar, tan presente en el texto.
La escenografía y el sonido, como suelen ser habituales en montajes de Juan Pastor son sencillas que apoyan a la actriz y que dan estética a la obra, pero que no distraen de lo verdaderamente importante: el texto y la intérprete.
El único pecado de este montaje es la falta de ritmo, de cambios, y de movimiento escénico, esto último hace que a veces se pierda un poco la atención. Pero en ningún momento aburre.