Cuando uno cuenta con lo mejor de casa casa, este género, la zarzuela, vuela alto y deslumbra.
«El caserío» que podemos ver en el teatro de la Zarzuela, después de 42 años sin representarse en el teatro de la calle Jovellanos, es de una calidad apabullante.
Juanjo Mena consigue las notas más compactas y bellas que se han escuchado en ese teatro en años. La escenografía de Daniel Bianco es verista y preciosa, dividida entre la puerta de entrada a Sasibil y el frontón de Arrigorri, auténtico foro donde se reúne y debate el vecindario, con un coro casi omnipresente y tan efectivo como siempre.
Eduardo Muruamendiaraz y la compañía Aukeran Dantza aportan la belleza de las danzas vascas y consiguen que literalmente babees con ellos en el escenario.
Tuve la oportunidad de disfrutar del elenco encabezado por José Antonio López, que se cantó un tío Santi asombroso tanto vocal como actoralmente. José Luis Sola es José Miguel y una magistral Carmen Solís demostró de nuevo no sólo que no para de crecer como intérprete total sobre un escenario, sino que no hay papel que se le resista. Tanto sus dúos como la romanza y la parte recitada son simplemente inmejorables. Voz bellísima, graves profundos y sólidos y agudos fáciles. Y un nivel interpretativo asombroso. No se puede hacer mejor sobre un escenario. Ana Cristina Marco y el grandísimo Jorge Rodriguez-Norton brillan y deslumbran. Graciosos, bien compenetrados y con unas voces y presencia escénica sólidas y de muchísima calidad. Itxaro Mentxaka está brillante como Eustasia, desplegando sus capacidades como actriz y brillando en cada gesto.
Si la música de Guridi es de una belleza arrolladora, con un montaje como este, en el que desde la sabia batuta del maestro Juanjo Mena hasta el portentoso elenco y la belleza de la escenografía y el vestuario de Jesús Ruiz, esa belleza de la obra de Guridi se dispara hacia lugares siderales y demuestra lo que digo, que cuando se cuenta con lo mejor de lo mejor, un género como la zarzuela puede volar altísimo.
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