El curioso incidente del perro a medianoche es una explosión. El interior de la cabeza de Christopher Boone es un cúmulo de estímulos, de ideas, de imágenes, de lugares que pasan de cero a cien en segundos; un sprint de dos horas y cuarto para Álex Villazán, secundado por un infatigable elenco, al que José Luis Arellano le confía la columna vertebral de esta mega-producción bajo la adaptación de José Luis Collado.
La factura técnica es apabullante; imágenes superpuestas, el caos, el orden, la calma, la lógica. Todo suma, no envuelve, como suele pasar con despliegues de medios como este. Se nota que José Luis Arellano se lo ha pasado como un niño componiendo este montaje. Logra que todos los engranajes de este espectáculo funcionen con precisión, transmitiendo diversión, una fuerte carga emocional y una fluidez que se agradecen muchísimo. Es complicado que tanta infraestructura técnica no ahogue la ternura y la humanidad que posee su historia, pero la mano de su director lo logra.
En cuanto a la interpretación… Solo repetiré lo que ya dije por redes sociales, espero que a Álex Villazán le caigan uno tras otro todos los reconocimientos posibles porque lo que hace es estratosférico.
Pero la función no sólo es él, además cuenta con un reparto que juega a favor, todos a una, sin apenas respirar, sacándose y poniéndose personajes, jugándolos siempre con un resultado, salvo alguna excepción que aún no ha pillado bien el paso, acorde con lo que exige el conjunto.
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