Pensamiento y emoción son dos de las fuerzas convocantes del teatro señala siempre Juan Mayorga. Y no puedo estar más de acuerdo. El buen teatro es aquel que conmueve y pone en acción nuestra capacidad crítica y el ser capaces de desafiarnos a nosotros mismos. Eso es precisamente lo que logra El dilema del corcho, un espectáculo con dramaturgia de Patxo Telleria, protagonizado por él mismo y Ramón Barea y bajo la dirección de Mireia Gabilondo.
El dilema del corcho propone un divertido juego teatral sobre ética, coherencia, traición y venganzas. Un thriller que transita por la comedia, el drama y el suspense y que, a lo largo de todo el espectáculo, deja en evidencia cómo cuando las circunstancias llegan a amenazar la propia vida de uno mismo pueden hacer tambalear los férreos principios defendidos durante décadas.
El espectáculo deja una pregunta muy clara al público: ¿qué haría yo si de verdad estuviera en su lugar? Plantea la posibilidad de un ejercicio de sincera empatía, una reflexión vital que dejar ver de forma clara que cuando la muerte es una certeza muy inminente nuestra forma de pensar, y de priorizar incluso nuestros valores, puede cambiar radicalmente. Resulta mucho más fácil mantenerte digno y fiel a aquello en lo que crees si no depende tu vida de ello literalmente.
Patxo Telleria firma un texto muy bien construido en el que muestra su gran destreza en la composición de distintas capas de acción dramática. La obra propone un eficaz juego de identidades con distintos giros que mantienen al público activo e intrigado durante toda la representación. Destaca también notablemente la interpretación de Telleria quien cumple con solvencia el desafío de interpretar a múltiples personajes muy distintos, aportando siempre matices diferenciales en la construcción de cada uno de ellos. Por su parte, Ramón Barea llena con su sola presencia y su voz la escena y defiende con credibilidad y coherencia las motivaciones que llevan a su personaje a vivir el mayor dilema de su vida.
Tanto la escenografía como el vestuario son puramente realistas y contribuyen a situar la escena en un tiempo y lugar determinados que son acordes a la situación que plantea el espectáculo. Todos los elementos de la puesta en escena tienen un sentido y especialmente los complementos ayudan al vestuario para crear el juego de personajes que desarrolla Telleria a lo largo de la función.
El dilema del corcho es un espectáculo actual porque pone frente al espejo al ser humano y sus contradicciones, lo lleva al límite para mostrar que, a pesar de que podamos concebir unas ideas como absolutas e irrefutables, la propia vida nos puede sorprender en cualquier momento y enfrentarnos al gran dilema vital: mis principios o yo.