Hay personajes públicos, profesores admirados, políticos o referentes, que son inspiración por su catadura moral, por mantenerse fieles a una línea de pensamiento; a un discurso y unos principios que no pueden traicionar. ¿Y si traicionan esos principios? ¿Se mantienen a flote como un corcho? ¿Se hunden?
Con El dilema del corcho entramos en la casa de un viejo profesor, un referente del pensamiento, inmerso en un momento clave, en una encrucijada moral que le supondría renunciar a sus principios, los que han sostenido su vida y cuya traición ahora puede brindarle la oportunidad de salvarla.
El viejo profesor, interpretado por el sólido Ramón Barea, con el fin de salvar su vida, está a punto de claudicar, a punto de decirle al mundo que renuncia a sus convicciones, que ha defraudado a todos, a punto de desmontar toda su base ética y política, cuando irrumpe en escena un fanático, una voz de la conciencia en forma de antiguo alumno, viejo amigo o compañero; un personaje estrambótico, a ratos hilarante y siempre intrigante, que guarda las claves para hacerle acelerar su decisión entre el honor y la vida.
Patxo Tellería despliega todo su talento en la composición de su personaje para, en un relato muy entretenido, con puntos de inflexión claves, derivar del drama a la comedia y de la comedia al thriller, hasta resolver una ficción interesante y muy entretenida en un estupendo juego que es una oportunidad bien aprovechada para sus dos intérpretes.