El Dios de la Juventud no atiende a razones

El Dios de la juventud

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El Dios de la juventud → Gran Teatro Pavón
20/07/2025 - Gran Teatro Pavón

Teatro dentro del teatro. O algo parecido. Demasiadas vueltas para llegar a una conclusión que se intuía desde el principio, o al menos, yo quería intuirla, necesitaba ser optimista. Eso sí, vueltas muy bien dadas, con diálogos inteligentes, jugosos y en ocasiones divertidos, con giros ingeniosos y muy bien construidos, con una escenografía perfectamente orquestada, cimentada en la labor de los actores. El texto es magistral, la autora logra de una manera original abordar las obsesiones y miedos de la juventud actual, burlándose en ocasiones de ella, de la intensidad con la que viven las cosas dándoles más importancia de la que tienen, sin mirarlas desde la perspectiva que dan la madurez y los años. De una juventud, todo hay que decirlo, poco representativa, supongo que la que ella ha vivido y con la que posiblemente convive.

Pero si hay algo que sobresale es sin duda el elenco. Sólo por disfrutar de sus actuaciones ya merece la pena acudir al teatro a presenciar la obra. Intensos cuando tenían que serlo, emotivos si era necesario, divertidos en los momentos adecuados, ninguno de los cuatro pasa desapercibido. Un trabajo impecable apoyado en el buen rollo y entendimiento que se notaba que había entre ellos, un ejercicio coral de interpretación, algo muy habitual en las últimas tendencias teatrales. Una narradora alter ego de la autora de la obra, un protagonista así mismo alter ego de la narradora, capas y capas de profundidad, incluso en unos personajes secundarios, varios, echados sobre las espaldas del actor y la actriz que se suponen menos protagonistas, responsables de hacerse cargo de todos los demás papeles.

El miedo a envejecer, a fracasar, a no cumplir unas expectativas que la mayoría de las veces nos ponemos nosotros mismos. Resignarse, seguir luchando, o suicidarse. Vanidad juvenil, soberbia adolescente, nadie les comprende, ¿en realidad tanto han cambiado las cosas? Es lo mismo que hace treinta años, pero sin redes sociales. A mi edad, cincuentón, en muchos momentos me he visto reflejado. Ojalá lo hubiera entendido entonces como lo entiendo ahora. Hay dos juventudes, la impuesta por los años que tenemos, la que estamos obligados a vivir aunque no nos apetezca, esa se acaba, es inexorable, y la que elegimos nosotros mismos, da igual cuando, pero hay que atreverse a vivirla. Si quieres que te obliguen a reflexionar sobre estos temas y algún otro que seguro que se me ha escapado, no dejes de venir al teatro a ver esta obra. Saldrás, cuanto menos, emocionalmente agitado.

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