La inconmensurable actriz Laia Marull protagoniza lo nuevo de la dramaturga Victoria Szpunberg, El peso de un cuerpo, en el sala pequeña del Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional (CDN), una obra que nos habla de cómo es envejecer en la actualidad, en una época muy dura para el sector sanitario y de desasosiego personal a raíz de los últimos acontecimientos sociales que, de una forma u otra, todos hemos sufrido.
La muestra, simple pero profunda a la vez, resume a la perfección el tránsito emocional que vive una persona que tiene que hacerse cargo de otra (en este caso, de su propio padre) tras sufrir un ictus. La vida de la mujer protagonista da un vuelco de 180º y deberá hacer frente a un sinfín de situaciones; desde plantar cara a la crisis sanitaria, pasando por las múltiples disputas familiares, hasta asumir su propio deterioro físico y emocional tras no recibir ningún tipo de ayuda u apoyo.
El peso de un cuerpo es una original y necesaria propuesta escénica que, a pesar de la dureza de su contenido, su creadora realiza todo un completo ejercicio que consigue conectar y atrapar al espectador, sobre todo, por saber acercarla a nuestros días. La iluminación y la música (megafan de esta) sitúan a la obra en su punto más álgido, acompañando al tono humorístico que la misma posee en numerosos momentos. Esto último se debe al resto del reparto, pues todos actúan en sintonía: Quim Àvila, Carles Pedragosa y Sabina Witt. En definitiva, un pequeño caramelo que debería regresar a los escenarios madrileños más pronto que tarde.