Alejandro Bordanove protagoniza este monólogo escrito por Lluïsa Cuniller, una de las autoras más singulares, complejas y fascinantes de la dramaturgia catalana actual. El texto nace a partir de elementos biográficos del mismo actor. La dirige Xavier Albertí, cómplice habitual en las piezas de Lluïsa Cuniller desde 1993.
La música dentro del espectáculo es un tipo de personaje, que junto con la palabra forman un tándem muy significativo.
La pieza que toca al piano y en directo, Xavier Albertí, Andante sostenuto de la Sonata DV 960 de Schubert, la última sonata para piano, considerada, por Marcel Schneider, un testamento musical del compositor. Todo un acierto, e ideal para este texto por su gran carga de simbolismo.
El último día es un relato en primera persona de la vida de un joven durante todo un día.
La autora se centra en el personaje, en sus palabras y en lo que se intuye. Muestra la realidad del personaje sin entrar en detalles sobre su vida.
Del protagonista no conocemos el nombre, pero sí su edad, veinticinco años. No sabemos donde vive, pero a través de su relato intuimos cuál es su realidad. También sabemos que la acción transcurre en época de pandemia por el uso de mascarillas.
Su diálogo es frío, monótono, da la sensación de que es una persona solitaria, fría, contenida, sin sentimientos, pero los hechos que narra nos deja ver que es todo el contrario. Es un chico que cuida del abuelo, de su hermano, de su madre, cuida el taller de bicicletas de un amigo, es amable con los niños, los compañeros, le gusta el cine, ir de fiesta con los amigos y pasear en moto.
Es el único personaje del texto que no tiene nombre propio.
Él es una víctima de nuestra sociedad, y de los mismos personajes con quienes convive.
Él engloba a toda una generación de gente joven que no encajan con el sistema actual.
La autora nos muestra a través de un único personaje, la realidad de un colectivo, haciéndonos reflexionar sobre las relaciones humanas en nuestra sociedad actual.
Todo el relato está explicado en primera persona hasta casi el final, donde hay un cambio de narrador. Es otra persona, un testigo, quien relata los hechos finales.
Ha pasado un tiempo desde que la fui a ver y todavía doy vueltas a la cabeza. El último día es una obra que no deja indiferente, se tiene que digerir para poder llegar a entender su grandeza.
Un obra muy recomendable. ¡No os la perdáis!