El Corral de Comedias de Alcalá ha vuelto a abrir sus puertas y con él ha vuelto el mejor Cervantes. La Fundación Teatro de La Abadía continúa con su tradición y firme compromiso con el teatro breve del más ilustre autor en lengua hispana.
Elecciones y divorcios es un díptico entremesil que recoge los títulos La elección de los alcaldes de Daganzo y El juez de los divorcios; dos títulos fuertemente vinculados a Madrid y a Alcalá en los que Cervantes deja entrever su crítica al poder municipal y a la administración de la justicia respectivamente.
Los dos entremeses se unen en el espectáculo con el final de la jornada III de la original comedia cervantina Pedro de Urdemalas, a modo de breve interludio. Un grandísimo acierto que logra que esta suerte de minientremés dialogue metateatralmente con las piezas entremesiles al mismo tiempo que permite la mudanza a vista de la escena la cual acompaña a este fragmento que podemos considerar un estupendo entreacto.
El más célebre autor alcalaíno continúa con sus entremeses la tradición literaria que inició Lope de Rueda con sus pasos, muy influenciada por la Commedia dell’Arte italiana. El director Abel González Melo lo sabe muy bien y, por ello, ha vuelto a apostar por esta estética para demostrar, una vez más, que es un absoluto acierto. Las máscaras confieren a la gestualidad y al movimiento de los intérpretes una sobresaliente potencia que multiplica de forma maravillosa los matices del lenguaje cervantino. El quinteto actoral, formado por Dayana Contreras, Antonio Dueñas, Daniel Migueláñez, Rey Montesinos y Montse Simón demuestra una solvencia escénica magnífica en la que destaca un trabajo minucioso de la palabra, el gesto y el movimiento coreográfico. Los cinco brillan en su versatilidad y contribuyen a un notable equilibrio de talento que no siempre es fácil que alcanzar, y que convierte a la propuesta en una obra redonda. A todo ello también contribuyen la escenografía, elegante y muy eficaz, y el vestuario, que acompaña en texturas y colores a las máscaras y los títeres que habitan la escena.
Pero no hay que olvidarse de la música, inherente al teatro breve del Siglo de Oro. Confieso que si algo me enamora por completo del teatro áureo, y especialmente del género breve, es la música. La música es esencia y alma del entremés y en Elecciones y divorcios es así de principio a fin. Toda la dramaturgia musical impregna el espectáculo con una ejecución brillante de la mandolina en directo por parte de Antonio Dueñas y con unas letras muy cuidadas que siempre van a favor del hecho teatral. Especial mención a la canción final original que es un broche de oro de matrícula.
Elecciones y divorcios es un espectáculo que celebra el humor humanista de Cervantes; una fiesta del juego escénico que es un auténtico deleite cervantino. Un espectáculo que nos recuerda lo importante que es para el cuidado de nuestro teatro clásico y también del contemporáneo que no nos falte nunca Cervantes. Un autor excepcional, un hombre adelantado a su tiempo que nos demostró con su literatura la belleza y potencia que presenta el lenguaje, y que el teatro en esencia, y ante todo, ha de ser un espejo donde ser lo suficientemente valientes de mirarnos para solo entonces ser capaces de transformarnos.