Casi todo el mundo ya sabe, a estas alturas, qué es un escape room. Para aquellos, poco, que aún vivan apartados de esta nueva moda, se trata de un nuevo juego que consiste en encerrar a un grupo de personas en una habitación –o espacio limitado- los cuales, a través de varias pistas, tienen que descubrir cómo salir de esta ubicación antes de una hora.
Pues la idea del escape room es la base de esta comedia de Joel Joan y Hèctor Claramunt. A partir de este juego, y a modo de thriller divertido, nos presentan la historia de dos parejas de amigos que se encuentran para pasar un buen rato haciendo un escape. Lo que empieza siendo una actividad para afianzar su amistad, acaba siendo el escaparate de las mentiras que se han ido explicando los últimos meses y años entre ellos, ya sean pareja o amigos. Con un componente de terror, se trata de un texto muy divertido con giros en la trama muy interesantes e inesperados.
Todos los personajes están elaborados al detalle, su personalidad y carácter queda plasmado en su manera de comportarse, hablar e, incluso, su forma de vestir.
La puesta en escena se merece, en sí misma, una mención especial. ¡Qué trabajo más escrupuloso en todos los elementos que conforman el escape room! La escenografía bien podría ser una realidad –vigilad no os copien la idea- y juego un papel crucial en cada pasado hacia adelante que hace la historia.
Lo único que se le puede echar en cara a esta comedia alocada es su final, fatídicamente. El giro que da todo el sentido a la obra, y que no se espera el espectador, queda desdibujado y deslucido por una continuación innecesaria y con un cierre más bien tópico, que podría ser suprimido.
Aun así, esta comedia hace reír al espectador, le sorprende y le deja con un buen gusto de boca, con ganas de comentarlo con el vecino de butaca y rememorar los pasajes más hilarantes.