Una apuesta arriesgada

Fahrenheit 108

Fahrenheit 108
20/11/2020

Me gustan las apuestas artísticas arriesgadas como Fahrenheit 108, una obra con un texto potente y con una puesta en escena muy bien cuidada que no deja indiferente al espectador.

En un espacio tan pequeño y sin casi cuarta pared como es la Sala Lola Membrives del Teatro Lara, el escenario cobra vida propia con varios recursos visuales, que acompañarán a la narración de la obra durante los 90 minutos de duración. Estas imágenes, que se alternan con la voz en off de Carlos Bardem y con otros juegos visuales de luces y música, están estéticamente muy bien cuidados y te sorprenden constantemente.

Fahrenheit 108 en alguna ocasión es un monólogo y en otras ocasiones es una conversación entre dos personajes con mucho que hablar, con mucho que debatir, con mucho que pensar y con mucha fuerza.

Yara Puebla y Arlette Torres están sublimes en sus roles, además de que sus personajes no son para nada sencillos y su forma de moverse, hablar o gesticular es asombrosa. Estas actrices son indispensables para entender Fahrenheit 108 y para que las preguntas que tendremos durante la obra no caigan en un saco roto.

Aunque parece que Fahrenheit 108 en algunos momentos es una distopía y la historia nos queda muy lejos de la realidad, también tenemos que pensar que muchas de las cosas que en el texto aparece suceden en muchos lugares del mundo, y que por muy lejanos que nos parezcan es realidad y no ficción.

Las metáforas también juegan un papel esencial en la obra, por no hablar de esos momentos divertidos, pero llenos de acidez en los que me pude reír y soltar esa tensión que tenía acumulada. Es una obra de teatro incómoda en el buen sentido de la palabra, porque creo que en muchas ocasiones los espacios escénicos son un altavoz para expresar cosas o dar opiniones que en otros formatos no calarían de la misma manera. Esta obra de teatro es como un golpe encima de la mesa.

Muchas preguntas se quedan sin respuesta, otras respuestas se quedan flotando en el aire para que el espectador recoja el testigo y siga dándole vueltas.

No es una obra fácil de entender al principio, pero las obras de teatro inteligentes es lo que tienen, no te lo pondrán fácil, pero es que cuando voy al teatro, no espero que me lo den mascado, a veces, necesito que estimulen mi cerebro y Fahrenheit 108 lo hace constantemente.

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