No había yo acabado de conectar con La Calòrica… Pero es una compañía de la que me atrae mucho lo que he oído sobre su proceso creativo, tratan temas potentes y actuales con sátira y crítica Inteligente, Joan Yago hace tiempo que me ganó… así que era cuestión de tiempo que nos encontrásemos. ¡Y de qué manera, con «Fairfly»!
Veo que no soy el único que está cansado y un poco ofendido de sentir que el emprendimiento es la solución a todos los problemas del mercado laboral, que si no tienes trabajo, toca capitalizar el paro, poner en marcha un proyecto empresarial y vaya, éxito asegurado. No haré ningún spoiler, sólo decir que la obra trata precisamente este aspecto: ante la posibilidad de ERE, 4 compañeros deciden sacar adelante su proyecto, tendrán la posibilidad de aplicar todas sus ideas sobre cómo se debe gestionar una empresa y cambiar el mundo.
El tratamiento es hilarante por momentos sin ocultar la cruda realidad. La dirección de Israel Solà consigue un ritmo frenético, ambiente absorbente y los diálogos no dan tregua. La disposición de los actores hace que a menudo tengas a quien habla de espaldas, y como en las mejores películas de Eric Rohmer, tu foco de atención debe ser quien escucha más que quien habla. Magnífico!. Las interpretaciones, también marca de la casa, absolutamente solventes, se nota su implicación en el proceso de creación de la obra. Eso sí, Vanessa Segura (una de mis debilidades), impecable, cómica hasta el extremo sin recurrir a histrionismos y con la rara capacidad de congelarte la sonrisa en un segundo cuando pasa sin pausa al drama de manera creíble.
En resumen: de aquellas propuestas (no deberían ser todas?) que cuando termina, tienes ganas de hablar de muchos de los temas que se han tocado. Y no todo ha sido risas sin más. Hay espacio para la realidad, también, a la que La Calòrica está tan pegada.