Pascal Rambert, dramaturgo y director nos traslada a una habitación con un estilo muy nórdico que nos recuerda un poco a Ikea, y aunque no sepamos muy bien como hemos llegado hasta allí, aparecemos en Helsinki, ‘Finlandia’; sentados en nuestra butaca podemos percibir los menos diez grados que hace en este país nórdico, aunque sea solo por el frio que se ha creado entre los dos cuerpos que hace tiempo se daban calor.
En el escenario nos encontramos una pareja «durmiendo» en la cama: Isra interpretado por Israel Elejalde e Irene interpretada por Irene Escolar. Isra acaba de llegar a Helsinki desde el barrio céntrico de Lavapiés en Madrid, nada más y nada menos que en coche; esta situación si se hubiese dado al principio de la relación cuando todo era ilusión y miradas de amor y complicidad, hubiese sido tomada como un acto de amor verdadero pero ahora en cambio sirve para todo lo contrario, crear más rechazo en ella y tomarlo a él como un verdadero loco.
En la fria habitación de este hotel se masca la tragedia, se percibe la tensión, se escuchan insultos, recriminaciones duras que se hacen el uno al otro, faltas de respeto, incluso en ciertos momentos se llega casi a las manos, haciendo que los que allí estamos como meros espectadores se nos ericen los pelos gracias a la gran interpretación de estos dos actores en el escenario. Ya da todo igual, incluso que Nina –la hija de ambos- presencie tales escenas de violencia verbal y no solo verbal entre sus progenitores.
Pero también es cierto que en algunos momentos se atisba en sus miradas y en las palabras que pronuncian, que en el fondo, muy en el fondo aún sobrevive un poco del cariño y del amor que se tuvieron -aunque sea en el recuerdo-, y del que les gustaría volver a recuperar aunque solo fuese por unos instantes.
Por desgracia, este es un tema muy actual y real que no solo ocurre en los escenarios y del que nadie le gustaría ser protagonista principal nunca.