Son las cuatro de la madrugada en la habitación de un hotel y una pareja a punto de divorciarse inicia una acalorada discusión donde pasará revista a su historia de amor. En mitad de esa batalla dialéctica, una aparición sorpresa dotará de sentido completo a la totalidad del texto.
Kramer contra Kramer (1979) de Robert Benton, Olvídate de mí (2004) de Michael Gondry, Revolutionary road (2008) de Sam Mendes, Antes del anochecer (2013) de Richard Linklater, Sin amor (2017) de Andréi Zviáguintsev o Historia de un matrimonio (2019) de Noah Baumbach son solo algunas de las muchas películas con las que podría establecerse un paralelismo. Todas ellas comparten con Finlandia la intención de reflejar el amor más allá del enamoramiento, concretamente esa etapa final (con sus grietas y fisuras) en la que la idealización deja paso a la incómoda y desengañada realidad, una realidad donde los hijos menores se utilizan sin tapujos como arma arrojadiza por unos adultos incapaces de resolver sus conflictos como cabría esperar.
Irene Escolar e Israel Elejalde demuestran sus inmensas dotes interpretativas en este duelo de soliloquios. Cada uno de sus personajes emite extensos parlamentos concienzudamente literaturizados donde su incapacidad para comunicarse quedará de manifiesto. No son ellos los que hablan sino sus egos malheridos. Sus palabras transmiten reproches, pero también un atisbo de esperanza de volver a esa etapa paradisíaca anterior al surgimiento de los conflictos, a esa etapa de enamoramiento plagada de promesas y sueños compartidos. Sin embargo, no todo es color de rosa y, en este sentido, el drama me plantea los siguientes interrogantes: ¿Cuándo se rompió esa relación? ¿Estaba abocada al fracaso ya desde el comienzo? Sea cual sea la respuesta, la obra nos hace testigos de un momento de intimidad ensuciado por la violencia (tanto física como verbal).