Esta es una ópera que nos había gusta mucho, a pesar de que nos atraía más hace unos años cuando nos estábamos iniciando en el mundo de la ópera.
La escenografía muestra una especie de patio de vecinos, un espacio central con un gran farol, rodeado de viviendas con un bar, un quiosco y un estanco. Los vecinos hacen su vida, suben y bajan. Sólo cambia la iluminación y pequeños elementos durante la representación como las banderas en la balaustrada, en la celebración de la fiesta de la boda con la que se inicia el segundo acto …. por cierto un inicio bastante peculiar, porque se inicia con las luces de la sala encendido, el director de la orquesta ausente del foso, los espectadores de la sala hablando como si nada y el escenario representando una fiesta con una algarabía importante … y esto durante varios minutos hasta que finalmente la orquesta empieza a hacer sonar sus instrumentos.
Ayer la orquesta estaba dirigida bajo la batuta de Ramón Tebar, que a ratos va acabando «tapando» un poco las voces; un cast encabezado por tenor Pavol Breslik como Nemorino, Jessica Pratt como Adina, Paolo Bordogna como Belcore, Roberto de Candia en el papel de Dulcamara y Mercedes Gancedo en el de Giannetta.
Inicialmente a en Pavol Breslik la hemos encontrado bastante flojito de voz o tal vez era la orquesta que pasaba por encima; por suerte después ha ido mejorando y finalmente ha acabado interpretando el aria más famosa de esta ópera «Una furtiva lacrima» de forma notable. Lo que si debemos reconocer, es que se ha volcado como actor al 100% en su papel y en este aspecto creemos que ha sido un grandísimo Nemorino.
Pero la gran triunfadora de la noche ha sido la soprano Jessica Pratt que ha interpretado vocalmente una Adina extraordinaria, aunque su actuación escénica no ha resultado demasiado «fresca».
Nuestra valoración es de 8 sobre 10
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