Háblame que te escucho es una obra de pequeño formato que en apenas una hora nos sumerge en el universo emocional de dos hermanas radicalmente distintas, unidas por un vínculo tan poderoso como complicado. Una ha decidido no celebrar su cumpleaños. La otra llega sin avisar, con ganas de agitarlo todo: la rutina, el silencio, el pasado… Y con la intención clara de obligarla —o invitarla— a mirar la vida con otros ojos.
Lo que comienza como una conversación cotidiana va tomando forma de catarsis. Entre reproches, risas, recuerdos y silencios incómodos, las protagonistas nos arrastran a su intimidad, dejando que los matices de su relación se desplieguen poco a poco. Hay algo que no se ha dicho. Algo que se esconde entre líneas. Y es justo eso lo que convierte la obra en una experiencia emocionalmente potente: la certeza de que hay algo más esperando al final. Una revelación que resignifica todo lo anterior.
Con una escenografía sobria —dos sillas, un pequeño espacio con fotografías, cojines y linternas y velas que juegan poéticamente con la luz—, Háblame que te escucho apuesta por una puesta en escena delicada, honesta y profundamente humana. Las interpretaciones de Elena Pino y María Páguez son sutiles, creíbles y conmovedoras, sostenidas por la dirección sensible de María León. Este engranaje se cierra con el texto de Elena Pino y María León, que ponen a funcionar todas las tuercas con una historia que está construida desde lo más difícil y lo que más funciona sobre el escenario para conmover al público: la verdad.
Una propuesta íntima y valiente que nos recuerda que, a veces, lo más urgente no es hablar… sino atreverse a escuchar, a escucharnos entre nosotras, a escucharse a una misma. Y así, darnos la oportunidad tan importante de sanar.