La consecuencia de una mala gestión de las tecnologías

iMe

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27/10/2016

Vivimos en uno de los períodos históricos en que más se ha extendido y desarrollado la comunicación, pudiendo por ejemplo en cuestión de sólo un segundo hablar o ver a alguien que está en la otra punta del mundo. A pesar de esto, vivimos más cerrados que nunca en nosotros mismos. No es extraño, pues, ver a alguien mirar al móvil en medio de una cena en un restaurante, durante la representación de una obra de teatro o durante la proyección de una película cinematográfica. Submergidos en un mundo que a pesar de esconder personas detrás es del todo virtual y que los aísla de los actos sociales en los que se encuentran. Lo más grave de todo es que la sociedad está comenzando a considerar como un hecho normal y legítimo comportarse de este modo. Por eso, obras como ésta son una bofetada de realidad a nuestras conciencias y una advertencia sobre el que puede acabar provocando la espiral de aislamiento personal producida por un mal uso de los dispositivos electrónicos, de las diferentes redes sociales y de aplicaciones diversas. En este sentido, iMe es una obra llena de ingenio que consigue transmitir estas ideas, y que a través del humor y de una historia muy bien construida consigue hacer reflexionar al espectador. Así, Roc Esquius utiliza la ciencia ficción para acercarnos una temática situada en una sociedad del futuro que explicaría los problemas que se derivan del actual. Quizás iMe, como sistema operativo, no llegará a existir nunca, pero los problemas que se plantean en esta hipotética sociedad futurista ya los tenemos entre nosotros.

Todo y los numerosos aspectos positivos que encontramos, el texto no acaba de estar del todo pulido, presentando algunos altibajos que afectan especialmente en la primera parte y en las diferentes escenas individuales. Aun así, esto no borra el meritorio trabajo de Esquius creando una historia consistente y muy bien tramada, hecho que también se traslada a su dirección, la cual resulta efectiva y dinámica, contando con cuatro actores del todo acertados. Así pues, estamos ante una obra que se disfruta en la butaca del teatro, pero que la continuaremos disfrutando al salir gracias a las reflexiones que podemos extraer de ella, pudiendo ponerlas a debate con nuestros conocidos o hacer un ejercicio de reflexión personal alrededor de estas.

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