Elegante y sofisticada como un teléfono inteligente, iMe es una divertida comedia que exagera la adicción de nuestra sociedad a Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías hasta extremos tan hilarantes cómo terroríficos.
Escrita y dirigida por Roc Esquius, la obra plantea un mundo donde las personas ya no se miran nunca a la cara, ni se tocan, ni siquiera se hablan directamente. Esta premisa crítica resulta muy sugerente y un espejo bastante tenebroso donde, como enfermos que adoran su condición, no podemos dejar de mirarnos. En este sentido, el montaje es muy acertado y encuentra el tono justo entre la parodia y el análisis sociológico. Además, la dramaturgia de la historia está llena de trucos, giros inesperados y alguna sorpresa interesante. Todo ello, así, mantiene el interés por las tramas y el destino de unos protagonistas que acabarán viviendo toda una aventura livestream.
También son muy originales los guiños al género post-apocalíptico (esencialmente cinematográfico), poniendo de manifiesto de forma irrisoria nuestra dependencia hacia una constante conexión a la red. Desgraciadamente, algunas de sus argucias argumentales son un poco forzadas y entran en contradicción con la lógica de algunos personajes, de sus objetivos y su comportamiento. En cualquier caso, el trabajo de los actores es bueno: simpático y medido; y se trata, en general, de un espectáculo honesto y actual que tiene muy claro en qué herida quiere meter el dedo, lo hace sin contemplaciones y, además, sin ensuciarse.