En apenas una hora y cuarto en el ambigú del Teatro Kamikaze Andrea Trepat y Juan Trueba desgranan poco a poco una historia de secretos durante largo tiempo guardados. Sin embargo la historia es bastante predecible, desde poco que empieza sabes por dónde van a ir los tiros, no sabes de qué modo, pero sabes cuál es el elemento del que parte el conflicto. Es una obra que necesita evolucionar y crecer, porque los actores tienen potencial. De hecho, yo vi a Andrea Trepat hace unos años y tampoco me gustó demasiado, cuando la he visto he de decir que ha mejorado muchísimo. Andrea en esta función transita por muchos sentimientos, estados de ánimo y a cada uno lo diferencia, le da su importancia y se recrea en ellos; con esto quiero decir, que varía mucho, no toca una sola cuerda de la guitarra, toca toda la gama. De hecho está tan bien que se come a su compañero, pero también los personajes son distintos.
¡Enlace copiado!