Un gran antihéroe pagano

Jerusalem

Jerusalem
02/07/2019

La consolidación del Julio Manrique director ya hace tiempo que llegó (El curioso incidente del perro a medianoche, L’ànec salvatge) pero esto no impide que su capacidad de escoger y sacar provecho de grandes textos contemporáneos nos continúe alegrando y sorprendiendo cada vez más. En esta ocasión, ha sido la obra del dramaturgo británico Jez Butterworth donde Manrique se ha apoyado para ofrecernos un festival de divertidísimos excesos, épica decadencia, melancolía rural y un trasfondo dramático de lo más interesante. Jerusalem es quizás uno de los fenómenos teatrales anglosajones más importantes de la última década y el montaje ha sabido transmitir esta grandeza e importancia. A partir de la interpretación de un inconmensurable Pere Arquillué, encarnando a este antihéroe pagano rodeado de adolescentes descarriados, se nos muestra el dolor que los inadaptados esconden tras la suciedad, el humor grosero y la evasión que las drogas y la fiesta sin fin les proporcionan. El espectáculo es entretenido sin renunciar a la oscuridad de unos conflictos de una profundidad existencial y una tristeza aplastante y que, poco a poco, se van mostrando en escena hasta arrasar con todo. Jerusalem es una experiencia que te conmociona a la vez que te entretiene (durante sus nada pesadas tres horas de duración), con unos personajes detestables que se hacen querer. Completan este rico retablo elementos poéticos y fantásticos de la mitología inglesa que apelan a una identidad nacional que es, al mismo tiempo, mágica, irresistible, cruel y opresora, como la sociedad misma que el autor retrata y el pequeño espacio del bosque donde habitan los personajes. Se trata, sin duda, de una propuesta para descubrir… y redescubrir para, probablemente, no acabar nunca del todo con ella.

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