El director José Carlos Plaza dirige una nueva versión del clásico lorquiano exponencial La casa de Bernarda Alba de Faraute Producciones. Una obra centrada en la mujer, el poder autoritario y la libertad que todavía hoy en el siglo XXI no solo sigue vigente, sino que nos interpela de forma contundente.
El espacio escénico sobrio con esos altos y gruesos muros juega un papel esencial en esa dicotomía de control y libertad que va a dominar el hecho escénico. Las cinco hermanas, especialmente Adela, encuentran en los muros su gran obstáculo de poder escapar del mandato de su madre y lograr así una más que anhelada libertad. Al mismo tiempo el muro representa una cierta suerte de escondite de donde poder refugiarse de las órdenes y gritos de su madre siempre situados y proyectados desde el centro. Bernarda ocupa un lugar central en todos los aspectos dramatúrgicos.
Marcados muy bien los tres actos, esta versión del clásico drama de Lorca es ágil, eficaz y contundente. Con Consuelo Trujillo, en el papel de Bernarda y Rosario Pardo, como Poncia, la criada, a la cabeza del elenco, el nivel interpretativo del reparto es excepcional. Todas y cada una de las actrices que interpretan a las cinco hermanas, con especial mención a Marina Salas en el papel de Adela, realizan un trabajo magnífico. Por su parte, Consuelo y Rosario otorgan solvencia y maestría en esos dos caracteres contrapuestos y complejos que se erigen en motores fundamentales del suceso teatral. La presencia escénica de las actrices llena la escena por completo, rodeadas de esos inmensos muros que las oprimen y las devoran mientras gritan en silencio por su anhelada libertad.
Una propuesta escénica brillante que mantiene la esencia del texto lorquiano con una mirada contemporánea penetrante y viva.