Javier Ortiz (San Sebastián 1948 – Madrid 2009) era un periodista que durante sus años de militancia antifranquista sufrió la tortura policial. Vivió denunciando permanentemente el abuso policial y los espacios de impunidad que existen a las sociedades llamadas democráticas. Y lo hizo desde el periodismo.
Este texto, “José K, torturado” está cargado de polémica desde que en 1998 Javier Ortiz dio una conferencia sobre la tortura en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que provocó la salida indignada de medio aforo en medio de insultos al ponente. La editorial Atrapasueños editó el texto en 2009.
Carles Alfaro (Valencia 1960) fundador de la compañía Moma Teatro (1982), es dramaturgo, director, actor, escenógrafo y diseñador de luces. Ha trabajado durante seis meses para dar forma a este montaje teatral, recuperando muchos de los borradores de la conferencia de Ortiz.
El actor Iván Hermes (Madrid, 1976) da voz y cuerpo a José K. cerrado dentro de una jaula de vidrio, donde, desnudo y esposado se enfrenta al poder, a la razón dominante y después de días de sufrir torturas nos explica sus razones para ir contra el poder establecido aunque para hacerlo tenga que matar personas inocentes.
Un monólogo que nos plantea el dilema de qué de las violencias es más aceptable: si la violencia terrorista o la que se ejerce desde el estado de derecho. ¿Es lícito someter a tortura a un terrorista que no tiene inconveniente a reconocer que odia a la humanidad en pleno, y que acaba de colocar una bomba de gran potencia en una plaza donde se está celebrando una concentración multitudinaria, ante decenas de vidas humanas en riesgo, está justificada la tortura?
Vemos el terrorista como un ser humano, nos vemos obligados a escucharlo, a sentir sus razones. Pero escucharlo no quiere decir que aceptamos lo que hace. Escucharlo nos obliga a mirar de frente aquello que no vemos, que no queremos ver, porque todos sabemos que la tortura es una práctica habitual en muchos lugares, muy a menudo a nuestro país, en nuestra ciudad.
Pero creemos que aceptar la tortura en un caso como el que se nos presenta, es aceptarla por siempre jamás. Porque si la sociedad acepta la tortura, deja en manos de los torturadores el criterio para aplicarla ??, Qué hecho determina que la tortura es justificable ??, Qué línea se considera roja, a partir de la cual la tortura es aplicable ??, Hasta qué punto ??, En qué momento se tiene que parar ??
La puesta en escena nos convierte en espectadores de “cine” puesto que solo podemos ver a José K. a través de una pantalla; él atrapado dentro de la urna, reflexiona sobre el que ha motivado el que hizo y dialoga con sus torturadores. Su odio, su miedo, sus razones, su dolor, su orgullo, … Las paredes de la jaula, en un primer momento, totalmente traslúcidas, se acabarán volviendo opacas con el vaho de la respiración y el sudor del actor. Vemos casi siempre únicamente su rostro en la pantalla grande, suspendida encima de la jaula. Nosotros nos tuvimos que cambiar de situación y ponernos unas cuántas hileras más atrás, para ver la pantalla correctamente sin “desnucarnos”.
Claustrofobia, desasosiego, angustia… un diseño de iluminación impactante, y una interpretación absolutamente convincente, agobiante y necesaria.
Lástima de la infame calidad del sonido, seguramente provocada porque el actor está cerrado dentro de una jaula de vidrio y la reverberación del sonido dificulta y mucho el seguimiento correcto del que expresa. Habría que trabajar en la investigación de una solución técnica para evitar esta distorsión. Con un espacio sonoro mejor trabajado, nuestra valoración sería infinitamente mejor.
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