Basada en el mismo texto (Le Père) de Florian Zeller galardonado con un Oscar en 2021, llega nuestros teatros la adaptación del padre. Protagonizado aquí por Josep Maria Pou, la obra nos llevará a la mente de un hombre refinado que ya no es el que era. Pérdidas de memoria y confusiones cada vez más acentuadas. Desorientaciones que lo llevarán a la angustia y al miedo. A él, por supuesto, pero también a su hija y a los espectadores. Un noble ejercicio de ponerse en la piel de las personas que nuestra sociedad más abandona: los abuelos.
Quizás el teatro no tiene los recursos para reproducir los golpes de efecto y de sorpresa de la gran pantalla. Seguramente, es difícil de reproducir los sobresaltos que los espectadores vivimos en el cine. Por el contrario, el teatro cuenta con la proximidad de retransmitir emociones de primera mano. ¿Cómo no conmoverse ante el llanto del protagonista llamando a su madre? Y más cuando este está interpretado con un papel tan destacable como el de Pou. ¿Cómo no preguntarnos, cuando tenemos el escenario ran cerca, quién somos y quien pasan a ser los otros cuando la mente nos falla? ¿Cómo reaccionar, nos preguntan implícitamente los actores, cuando la enfermedad hace estragos en la propia personalidad y nos roba a nuestras personas de referencia? Y es que nos encontramos ante toda una proeza de sensibilidad humana y escénica de la que saldremos transformados.