Kinky Boots llega a Madrid de la mano de la producción que se vio en Argentina, tras triunfar en NY y Londres. Es de agradecer la apuesta por levantar un musical “nuevo”, ante tanta reposición. Con libreto de Harvey Fierstein (La jaula de las locas) y música de Cyndi Lauper, ganó, entre otros, el Tony a Mejor Musical por delante de Matilda (me lo expliquen).
(Otra) Adaptación de película, basada esta en un hecho real. La historia es fácil y tremendamente previsible: una tradicional fábrica de zapatos está a punto de cerrar. La posible, que no fácil, salvación pasa por una reconversión a priori estrambótica de la mano de dos protagonistas de mundos muy distantes pero con mucho más en común de lo que creen y que se necesitan mutuamente.
Partitura muy pop y agradable… que cuesta recordar al salir. Sí tiene un gran número de afirmación, Raise You Up/Just Be (no recuerdo el título en castellano) que vale por sí solo la entrada.
Me cuesta entender, entre los más de 4000 aspirantes al casting, la elección de un protagonista que no domina el idioma o su pronunciación, y es que pese a la completísima interpretación del brasileño Tiago Barbosa y sus esfuerzos, en ocasiones no se le entiende claramente. Junto a él, un entusiasta Daniel Diges y Angy Fernández, que reclama a gritos más presencia, pero el libreto es el que es. El resto de personajes, más bien esbozos de cliché. Les acompañan unas Angels, Drag Queens, con coreografías muy resultonas, alguna espectacular como la de las cintas de transporte, y que cuando aparecen se adueñan del escenario con su energía y colorido
Lo meritorio es que no es un musical de drag Queens y ya está. Va más allá, tiene un mensaje muy potente y necesario que se repite (hasta demasiado): el aceptar a los demás, no dejarnos llevar por apariencias ni prejuicios fáciles y no hablamos sólo, otro acierto, de identidad sexual.
Lo mejor: La energía que se contagia al público y los momentos dramáticos, lejos del brillo y nos enseñan algo más de los personajes.
Lo menos mejor: Para llegar al final esperado hay que recurrir a un conflicto forzadísimo e inverosímil en el segundo acto.
En resumen, propuesta colorida, fresca, sin sorpresas que cumple con creces su cometido de agradar muchísimo al público y, de paso, contiene un mensaje de afirmación y tolerancia.