Gon Ramos es es ser con una inteligencia especial y una visión del mundo como si tuviera unas gafas que le permitieran ver las grietas de los humanos.
Cuatro seres están en un coche. Juegan sin parar. Intercambian roles e intentan recuperar lo irrecuperable. Nada es lo que era, nada es lo que fue. Mamá y papá desaparecieron, estamos abandonados y seguimos buscando un sentido a lo inevitable. El tiempo. Ha pasado y ha arrasado. Mamá y papá no son los que eran y nosotros tampoco. Nada es lo que esperábamos o nada es lo que soñábamos.
Fabia Castro, Emilio Gómez, Jacinto Bobo y una descomunal Eva Llorach son estos cuatro animalillos heridos y abandonados o no en medio de una carretera o no, en un coche desarmado o no, que itnetan pasar el tiempo o no mientras regresan sus padres o no que hace tiempo les dejaron un rato para volver enseguida o no. Magistrales los cuatro. Como magistral es el textazo de Gon Ramos, que vuelve a escarbar en las carencias, que vuelve a removerte los recuerdos. Bravo Javier Ruiz de Alegría por crear un espacio lúdico y doloroso y por iluminarlo como si fuera un sueño.
La escena del primer vuelo… para la Historia del Teatro.
Quién no recuerda esos días en la playa, incluso el viaje hacia el mar con el coche petao, la abuela mareada, la jaula del puto pajarito, todos espachurraos y el coche temblando a 90 por hora. Esos días de paréntesis, de sueños, cuando creías en las amistades para siempre y deseabas que tus hermanos fueran tus mejores amigos.
Pero todo pasa y nada es lo que era.
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