Ni un palo de ciego, metafóricamente hablando

La lazarilla

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La lazarilla → Teatro Lara
24/09/2025 - Teatro Lara

Divertidas, joviales, frescas, juguetonas, implicadas, cómplices, ocurrentes, comprometidas. Podría seguir, sólo tengo que tirar de diccionario. Muchas son las virtudes, al menos la mitad de todas ellas, por hacer el chiste fácil a costa de una de las protagonistas, que podría resaltar de la actrices, a pesar de sus quejas iniciales y finales de lo difícil que lo tienen por ser mujeres, mayores, y cómicas. En mi opinión, más que inconvenientes, en su caso son ventajas. Con esa energía no creo que haya nadie que las pare. Soledad Mallol, de pícara Lazarilla, y Pepa Pedroche, en los demás papeles, lo bordan, tanto, que hasta consiguen que nos olvidemos del nombre del autor del libro que llevan a escena. ¡Ah!, y no debemos omitir a Dani. Vivo ejemplo del aprovechamiento máximo de los recursos o de cómo hacer que el atrecista forme parte del espectáculo.

Cinco pasajes. Los más conocidos e importantes de la obra original. Contados con mucha gracia y ritmo, devolviéndonos a la mayoría a aquellos años de instituto en que nos obligaron a leerla. La vida de Lazarillo de Tormes y sus fortunas y adversidades, solo que en esta ocasión nos cambian al Lazarillo por una Lazarilla, reivindicación feminista que no va más allá de adaptar el papel a la protagonista. No van por ahí los tiros, ni protestas excesivas, ni adaptaciones post modernas. Un ciego cruel, un clérigo tacaño, un hijo hidalgo pobre, un vendedor de bulas timador y un arcipreste lujurioso. Tal como aparecen en la novela, con bastones, capas, sayos y jubones, nada de pantalones vaqueros, teléfonos móviles, patinetes eléctricos ni bebidas isotónicas. Una adaptación pura y dura al texto clásico. Risas y carcajadas como finalidad, diversión y entretenimiento como propósito. Objetivo conseguido. Con creces.

Tal vez, y lo digo con la boca chica, se le podría haber sacado más jugo. Traerla a nuestros días, sin duda son personajes eternos, casi clichés o arquetipos, al igual que muchos de los temas, fácilmente trasmutables a los tiempos presentes. Alguien ya lo habrá hecho, aunque yo lo desconozco. Lo hemos visto en muchas ocasiones, sobre todo con los clásicos griegos, y muy a menudo con las obras de Shakespeare, sólo por poner un ejemplo. Quien no ha vislumbrado en El Rey León una versión Disney de Hamlet, o en Diez razones para odiarte una copia para adolescentes de La fierecilla domada. Pero se agradece poder en ocasiones disfrutar de las obras tal como las pensaron y escribieron sus autores. Cada vez es más difícil encontrar una sala en la que Romeo lleve calzones y espada en lugar de chupa de cuero y una metralleta, o en la que Max Estrella declame en una taberna en vez de rapear en una discoteca. Así que por mi parte gracias, por una adaptación perfectamente adaptada, y enhorabuena, por dos interpretaciones maravillosamente interpretadas. Y, por supuesto, no hay que olvidarse de Dani. El puto amo entre y delante de los bastidores.

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