Fuí al Lara sin saber muy bien lo que iba a ver. Unos amigos me habían recomendado un musical «que no tenía desperdicio» y con el que me troncharía seguro. Acertaron.
La llamada es un pequeño musical, fresco, naif y divertidísimo. Ágil como una sitcom televisiva, cuenta la historia de unas chicas destinadas en un campamento de verano de monjas, condenadas a pasar unos días de ocio «y reflexión». Pero ellas no están dispuestas a ceder ni un solo segundo al aburrimiento, así que buscarán en el alcohol y la música electrolatina el verdadero ascenso a los cielos. Lo que no saben es que quién verdaderamente les hará tocar las nubes será el amor… y Whitney Houston.
El maravilloso reparto (con una Belén Cuesta en estado de gracia) provoca situaciones absolutamente hilarantes, acompañadas por la música en directo de una buena banda de músicos, aunque a menudo desaprovechada. El espectáculo es un ‘divertimento’ sin mucha chicha, pero te asegura 90 minutos de absoluta diversión. Ideal para ir con la pandilla de amigos.