La madre que me parió es una comedia que nunca pasa de moda.
Los amigos y amigas que tenemos nos pueden decir las cosas o callarse, pero nuestra fan número siempre será nuestra madre y nos comentará las cosas sin anestesia y sin dolor.
No he asistido a muchas bodas en mi vida, pero a las que he acudido nunca habían dado tanto juego como en esta ocasión.
El cuarto de baño es el lugar elegido para hacer confidencias, destapar secretos y para que fluya esa sinceridad que ha estado oculta los restantes 364 años.
Todo el elenco está sublime, pero Marisol Ayuso, Aurora Sánchez y
Juana Cordero son de otro mundo.
Estas tres actrices que interpretan a las madres de las protagonistas son increíbles y los momentos más inolvidables, memorables y divertidos se los debemos a ellas. Todas esas escenas en las que madres e hijas están juntas sobre el escenario, no sabías ni a quien mirar, ya que era un bis a bis de lo más interesante y emocionante.
La madre que me parió me ha encantado por su frescura, por la forma en la que tratan los problemas más mundanos y locos de las relaciones materno filiales, por la manera en la que todo tiene solución, etc.
Los diálogos son chispeantes, originales y desternillantes.
Todas las personas del público se sintieron identificadas en algún momento de la obra e incluso yo.
¡La volvería a ver! Ya que me reí de un humor más de andar por casa y menos elaborado que otras obras que he visto últimamente, pero muy eficiente.
No me extraña que esta sea la quinta temporada de esta producción y que la gente siga repitiendo, ya que es un bonito, alocado, distinto y atípico homenaje.
¡Por más temporadas! ¡Viva las madres! ¡Gracias por vuestro amor incondicional!
