La belleza de las palabras

La ridícula idea de no volver a verte

La ridícula idea de no volver a verte
24/05/2019

«Todos necesitamos la belleza para que la vida nos sea soportable».

Es una cita de Georges Braque que la escritora Rosa Montero citaba en su libro La ridícula idea de no volver a verte. Al leerla por primera vez pensé: ¿qué es la belleza? Para mí, la literatura, por ejemplo, lo es; también, el teatro. Y si ambas disciplinas artísticas están unidas, la combinación es insuperable.

Eso es lo que ocurre sobre las tablas del Teatro Fígaro cada vez que da comienzo La ridícula idea de no volver a verte, que lleva el mismo título que el libro de Rosa Montero. Un paralelismo entre la vida de la Premio Nobel Marie Curie, que perdió a su marido tras un accidente en plena calle, y la vida de la propia Montero junto su marido, al que tuvo que decir adiós tras una enfermedad.

Sobre el escenario, el libro se transforma en obra de teatro para narrar la biografía de ambas mujeres desde el dolor y la nostalgia, pero también desde el coraje, la fuerza y la superación.

De eso se encarga, de forma magistral, María Luisa Borruel. La actriz encarna a una Rosa Montero que, desde su intimidad y antes de ponerse a escribir, reflexiona sobre la figura de la gran Curie. Lo hace a través de un monólogo que le sirve para hablar sobre su propia existencia y con el que obliga al público a hacerlo sobre sus propias vidas desde el primer minuto, cuando se encienden las luces tenues de un escenario que destaca por su sencillez. Un escritorio, una mesilla con varias biografías de la científica y un sillón orejero bastan para recrear la belleza de lo sencillo. Sobre el fondo oscuro van apareciendo algunas de las fotografías que también se recogen en el libro con momentos vitales tanto de Curie como de Montero y partes del diario que la Premio Nobel escribió tras la muerte de su marido.

La capacidad de María Luisa Borruel para interpretar un texto tan largo en solitario es insuperable. Es, sin duda, una de los aspectos que más destacaría de esta obra que es una adaptación muy fiel de uno de esos libros que se recuerdan siempre. Algo que ocurre también con esta obra que remueve, que enamora y que celebra la vida a pesar de la muerte.

La ridícula idea de no volver a verte rezuma belleza, la belleza de la literatura, la de las palabras escritas sobre el papel o interpretadas sobre un escenario. Fernando Pessoa aseguraba que «la literatura, como el arte en general, es la demostración de que la vida no basta». Por eso necesitamos la literatura y el teatro y, por supuesto, obras como esta.

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