Hay muchas maneras de hacer teatro y contar una historia, y más cuando es una que ya es conocida por llevar la etiqueta de «clásico» y cabe la posibilidad de que el público desconecte y caiga en el pozo sin salida del aburrimiento. Estos últimos años han sido muchos los teatros y los artistas que han decidido revolucionar el panorama teatral con nuevas formas de teatro y de captar la atención del público. Juan Berzal es uno de ellos y nos ofrece una buena sesión en la Cuarta Pared.
El actor se planta sentado en una silla de ruedas delante del público esperando a que vayan tomando sus asientos y hace una breve introducción aclaratoria sobre la dinámica de la función. Berzal asegura al público que va a ir saliendo y entrando de las convenciones teatrales y que va a ir rompiendo la cuarta pared (no el teatro, si no esa pantalla ficticia que separa el escenario donde se representa la historia y el público). Esas aclaraciones y salidas del texto para hablar con el público ayuda a mantener atento a los espectadores y seguir dentro del mundo de Shakespeare. Con una gran sencillez escenográfica y a base de jugar con el simbolismo de los objetos para definir a los personajes de la historia, Juan Berzal defiende con grandes espadas el texto del dramaturgo inglés.
La Cuarta Pared no nos presenta una versión del texto de Shakespeare, sino como Lluís Homar hizo con Terra Baixa; interpretando a todos los personajes, Berzal coge el rol de cuentacuentos y propone una gran propuesta acompañada por una buena iluminación que delimitará los espacios de la historia en el escenario diáfano, para culminar una de las grandes batallas de Shakespeare.