Maravilloso.
Es tal el cúmulo de sentimientos positivos que me ha inspirado esta obra que necesito recomendarla por partes para ordenar mis ideas.
– El texto: Alfredo Sanzol ha escrito una maravilla en un castellano antiguo fácil de seguir, pero tremendamente efectista y efectivo. Es un texto sobresaliente en todos los sentidos. Divertido y crítico. Mordaz y hermoso. Inteligente y tontorrón. Descabellado y ordenado.
– La dirección: Corre a cargo del autor. Como buen conocedor de su obra, no ha podido estar mas acertado. Ritmo frenético, monólogos reposados, acción sin límites, comedia de puertas, suplantación de personajes y mucho mas se suceden y alternan con fantástica exactitud y pulcritud de artesano.
– El reparto: Insuperable. Los seis actores son fantásticos y están las dos horas que dura la función sobre el escenario dando vida magistralmente a sus personajes. Necesito nombrar especialmente a la pareja formada por la Princesa Salmón y el Leñador Azulcielo interpretados por Natalia Hernández y Javier Lara. Ella es dulzura y él, La Ternura a la que da nombre la obra.
– La escenografía es escueta, pero es que no se necesita nada mas. Ya se encargan los actores de hacer al público imaginar todo tipo de parajes.
En toda mi vida son contadas con los dedos de una mano las veces que he aún no he secado las lágrimas que me han hecho derramar, cuando consiguen sacarme una carcajada. Esta obra lo ha conseguido varias veces.
Es tan recomendable que noto que mis palabras se quedan cortas, y, homenajeando a la gran Lola Flores, solo diré: «¡¡¡Si me léeis, irse a verla!!!»