Hilarante, poética… Perfecta.

La ternura

La ternura
12/09/2018

Los clásicos son maestros por lo que enseñan y por las vías que abren en el universo de las ideas. Alfredo Sanzol, con sus irregularidades, es digno heredero de la riquísima tradición clásica del teatro europeo. En este caso, Shakespeare nutre la creatividad del autor y director con el argumento como pretexto, con el humor como especia que sazona todo y con el concepto de juego y equívocos que añaden ritmo y variedad.

Se trata de una comedia fiel al anterior montaje del Teatro de la Abadía, con un escenario neutro que proporciona las necesarias entradas y salidas a una comedia activa. El conocimiento del teatro de Shakespeare es evidente, con guiños claros a los iniciados cuya oportunidad forzada se perdona; las referencias a su producción son literales y la mezcla de distintas obras, con la suspensión de la incredulidad por parte del público, es armónica y bienvenida. La magia, la suplantación, el amor, el destino, la naturaleza, el universo organicista, el feminismo/hembrismo militante, todo ello se mezcla y el resultado es tan rico, divertido y ágil como las buenas creaciones de los buenos creadores. Continuar leyendo en TRAGYCOM.

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