De Dreyer a Messiez

La voluntad de creer

La voluntad de creer
12/12/2022

Lo que ocurre con el teatro de Pablo Messiez es un poco lo que está pasando con los últimos espectáculos de Àlex Rigola. Los dos directores han creado un lenguaje y una manera de pisar el escenario que siempre es fiel a unos principios, a unas reglas, a un ejercicio que surge del juego teatral y metateatral. Son dos estilos diferentes y con objetivos diversos, pero coinciden en el hecho de presentar los actores como actores y no como personajes. Se desnuda el artificio teatral hasta el máximo, y se consigue que el espectáculo o la historia se vaya construyendo delante mismo del espectador. Está claro que, tanto en un caso como en el otro, la propuesta sorprende y entusiasma mucho más la primera vez que la disfrutas… pero no se puede negar que la magia sigue existiendo.

Messiez ha partido aquí de la película Ordet (La palabra), un clásico del cine europeo dirigido por el danés Carl Theodor Dreyer en 1955. La cinta sirve como inspiración, o como excusa, para habla de la fe, de la voluntad y de otras muchas cosas. De hecho, el argumento se mezcla también con el de Las tres hermanas, aunque todo ello evolucione hacia caminos inesperados y acabe con un final optimista y bellísimo. Es cierto que la obra tarda en arrancar y en enseñar todas sus cartas, perdiéndose en un escenario tan enorme… En la segunda parte, y con el adecuado acotamiento del espacio, todo se irá colocando en su lugar y los personajes erigirán como grandes símbolos o pequeñas islas donde aferrarse. Por cierto, que grande es Rebeca Hernando, una actriz que ya habíamos visto en Las canciones y que aquí vuelve a despuntar como la hermana irónica y combativa que va en silla de ruedas.

Quizás no he encontrado aquí el torrente de energía que desprendía Las canciones (para mí, uno de los mejores montajes que he visto en los últimos años), pero está claro que las propuestas del director argentino siguen apostando por un estilo y una idea del teatro realmente interesantes.

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