Vaya sorpresa buena me he llevado viendo Laponia. Una comedia de puro diálogo, sin artificios y con la inteligencia necesaria para hacer reír sin caer en lo burdo o lo soez, algo cada vez más común cuando se trata de provocar la risa. Me ha encantado.
No entraré en detalles sobre la trama para evitar destripes, pero sí diré que el trabajo de los cuatro actores que comparten escenario, es espectacular. Ninguno sobresale por encima del resto y todos contribuyen a generar una energía y un ritmo que nos lleva en volandas durante los casi 90 minutos de representación, logrando que el tiempo pase en un parpadeo.
Apto para todos los públicos a partir de 12 años. Mucho ojo con llevar niños menores de esa edad y que todavía crean en la magia de la Navidad, no vaya a ser que la comedia se transforme en drama familiar.