Quizás por los veinticinco siglos que nos distancian de sus textos, mucha gente no es consciente de hasta qué punto el teatro de Aristófanes se esforzaba por abordar los temas de más ferviente actualidad, casi como si se tratara del equivalente de la época de los programas de televisión de sátira política que tenemos hoy en día. Es por este motivo que la mejor manera de ponerlo en escena sin traicionar su espíritu original es hacerlo desde una mirada contemporánea que incluya el mayor número de referentes de nuestro presente, combinados con los elementos más universales del material de partida.
En este sentido, La Calòrica ha hecho con Las aves / Els ocells una versión ejemplar, libre y memorable del clásico griego para disparar sin miramientos contra nuestras aves coetáneas. La propuesta de la ya consolidada compañía es una fresca e ingeniosa sátira sobre el populismo con momentos verdaderamente brillantes y algunas ideas petardas marca de la casa. El espectáculo es incisivo, acertado y sabe combinar profundidad crítica con humor de brocha gorda con una naturalidad sorprendente. Se trata, probablemente, por los temas que tratan, su tono, sentido del humor y estética, de la compañía que mejor representa a su generación. Una vez más con un espléndido diseño de escenografía y vestuario, también, esta vez, han hecho el esfuerzo de reunir a casi la totalidad de sus actores y actrices originales, cosa que los más fanáticos del grupo agradecerán.
Personalmente, lo que más me gusta de La Calòrica es que sus éxitos son el resultado de un impecable trabajo en equipo… y esto es, quizás, una lección que también podríamos empezar a aplicarnos como sociedad.