La productora Barco Pirata capitaneada por Sergio Peris-Mencheta regresa a los Teatros del Canal con uno de los mayores éxitos de público y crítica de la pasada temporada. Lehman Trilogy, una balada para sexteto en tres actos de Stefano Massini.
El espectáculo narra la historia de la familia Lehman a través de tres generaciones. Un viaje que comienza en 1844 y recorre su ascenso hasta su caída en el año 2008, con la quiebra de uno de los mayores bancos de inversión que devino en la peor crisis financiera de la que aún siguen vigente sus consecuencias. Una reflexión sobre la historia del capitalismo moderno que relata con un tono irónico, cargado de humor y crítica inteligente y un eficaz trasfondo pedagógico, el poder destructor del dinero y la deshumanización de la industria en la lucha desesperada por el beneficio.
Un sexteto multidisciplinar da vida a más de 120 personajes. Una exhibición de talento en todo su conjunto escénico apabullante. Seis bestias escénicas dirigidas con elegancia y virtud por Peris-Mencheta conforman obra abrumadoramente brillante. Tres actos perfectamente medidos y delimitados que permiten al espectador conocer con detalle y sin confusión el relato. El público es partícipe y artífice de la genialidad de una experiencia escénica de tres horas sin tregua que se siente efímera y plenamente satisfactoria.
La belleza de la música, concebida como parte imprescindible de la dramaturgia textual y de todo el suceso teatral, con el ritmo como único elemento común a todas las disciplinas artísticas diferencia la solidez del montaje y lo convierte, sin duda alguna, en uno de los mejores espectáculos de nuestra contemporaneidad teatral.
La concepción del espectáculo como un todo dramatúrgico es el verdadero acierto de un montaje virtuoso desbordante de pasión y talento. Una puesta en escena vibrante con un lenguaje escénico propio y un ritmo vertiginoso siempre a favor de la constante transformación del espacio de un montaje espectacular.
Una creación colectiva fascinante que irradia una luz común en la que nada ni nadie sobresale porque todo el conjunto es artísticamente sublime.
Una suerte de alarde escénico auténtico y de calidad.