India Martínez debuta como actriz en el teatro convertida en el alma de Federico García Lorca. Su voz nos permitirá viajar por algunos de los momentos decisivos en la vida del poeta granadino: su infancia en la Vega de Granada, su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, su amistad con Dalí o Buñuel, su viaje a Nueva York, sus andanzas con la Barraca para llevar la literatura a las zonas más desfavorecidas de España (siguiendo el legado de las Misiones Pedagógicas), el estallido de la guerra civil y su fusilamiento.
Imposible que no se te erice el vello o que un escalofrió de emoción no te recorra la espalda al escuchar esa música tan especial que constituye uno de los mejores homenajes que podría haber recibido Lorca, pero, sin duda alguna, la mejor manera que podría haber escogido el cineasta Carlos Saura para marcharse de este mundo en un montaje que contiene y representa toda su esencia y ese profundo amor que sentía por el flamenco y la poesía como ya puso de manifiesto en El amor brujo (1986).
Es esta una función donde la literatura dialoga con la propia vida, con la pintura, con la música y con el cine. Ideal para cualquier amante de Lorca y su literatura, pero sobre todo, ideal para cualquier enamorado de la CULTURA que se precie. Y es que, la obra contiene el que posiblemente sea uno de los alegatos más hermosos que recuerdo sobre el poder y la importancia fundamental que desempeña el teatro (y el arte en general) en la vida de las personas, un poder que nos hace trascender las fronteras del tiempo y el espacio hasta hacernos eternos.