Ahora a todo el mundo le digo que he ido a ver Los chicos del coro, porque es que realmente está muy bien. Un amplio reparto de niños y niñas de diversas edades, sumados a varios adultos, hacen de esta obra algo bastante único y especial. Porque todos tienen su momentito, todos brillan por algo, no están de relleno o haciendo bulto.
Son especialmente talentosísimos Iván Clemente (digamos, el malo) -que bien podría interpretar a Tom Riddle si algún día existe un musical de Lord Voldemort- y el pequeñín Diego Torner, que hace de Pepin, que no tengo claro si es consciente de lo que está haciendo ni mucho menos de lo bien que lo está haciendo. Sigo fascinada por su carisma y naturalidad. Igual que por las voces de los chicos y chicas y en especial de Jeriel Figueroa, en el papel de Pierre.
La historia respeta bastante la película, salvo algún cambio para actualizarla, y emociona mucho sobre todo hacia el final. Arte e iluminación se merecen premios, también.
Es que está todo bien, las notas en su sitio, te ríes y lloras, qué más se puede pedir.
