¿Se puede elaborar una obra de teatro con unos elementos escenográficos elementales, que incluso puedes encontrar tirados por la calle?
¿Puede atraer al público una puesta en escena que se desarrolla siempre en el mismo lugar: una mínima plazuela sin gracia alguna en una gran ciudad?
La respuesta a las dos cuestiones anteriores es SÍ… Sí, siempre que se den tres condiciones fundamentales: unos elementos decorativos coherentes con la historia que se va a contar, un elenco de actores que, aunque reducido (2), haga un trabajo excelente y un texto dramático interesante.
Todos estos supuestos se dan en “Los invisibles”.
Empecemos por el tercero: el argumento. Está muy bien construido: es, ciertamente interesante, pero además, es inteligente y divertido. Cuenta la historia de dos sin techo que ahora viven del mismo modo (son invisibles), pero que tienen una historia y, sobre todo, unas expectativas bien diferentes: una desea permanecer así, invisible; el otro pretende salir cuanto antes de esta situación. La obra tiene momentos cómicos, otros agrios, con toques de actualidad y siempre de crítica, expresados con un lenguaje directo, muy de la calle. Es curioso que a lo largo de la representación, logres identificarte con ambos personajes (Illa y Tío Mierda), aunque desean cosas aparentemente opuestas.
Segunda conditio sine qua non: Los actores Inma Caballero y Paco Pozo (que es, además, el autor del texto), son muy solventes. No sobreactúan. Parecen realmente personas que, por azares del destino, se ven abocadas a vivir en la calle, al margen de la sociedad. Mantienen perfectamente la atención del público.
Y la premisa previa: el montaje de la obra… perfecto. Claro que también es simple: cuanto más cutres sean los elementos presentes en escena, más creíbles serán… Podemos tomarlos de un contenedor. Estamos hablando, básicamente, de cartones, porque los personajes están bajo, con, en, entre, sobre… cartones. Y eso es lo que ve la gente cuando pasa a su lado: cartones… Ellos son, INVISIBLES.
En resumen, “Los invisibles” es una obra de teatro muy recomendable: el público pasa hora y media muy agradable, pensando, sonriendo, entristeciéndose junto a unos personajes muy creíbles.
