Quién le iba a decir al novelista francés Victor Hugo cuando en 1862 publicó su obra Los miserables que su impacto llegaría no solo a marcar la historia de la literatura, sino también la teatral. Hace 40 años que se estrenó por primera vez en Londres Los miserables, el musical, una producción de Cameron Mackintosh que se convertiría rápidamente en un fenómeno musical con libreto de Alain Boublil y música de Claude-Michel Schönberg.
El cuento clásico de Víctor Hugo es una apasionante historia de sueños rotos y amor no correspondido, pasión y sacrificio; un testimonio intemporal de la supervivencia del espíritu humano. Una historia que mantiene su vigencia y relevancia hoy demostrando una vez más la autenticidad y viveza de los clásicos por conectar con las más hondas pasiones y preocupaciones humanas. Acompañamos al exconvicto Jean Valjean en su viaje de redención que estaré estrechamente unido al camino del inspector Javert. Dos vidas unidas por sentimientos y valores tan universales y contradictorios como la esencia del ser humano.
Con motivo del 40.º aniversario de su estreno en Londres, llega ahora a Madrid una nueva producción del que está considerado hasta la fecha uno de los musicales más grandes jamás creados y con el mayor tiempo de permanencia en la cartelera del mundo. Los miserables es el musical más abrumadoramente formidable que he visto nunca. Un auténtico acontecimiento teatral. Literalmente te deja sin palabras.
El motivo primordial por el que el musical destaca es porque la música es la auténtica protagonista en un espectáculo íntegramente cantado. Esto conlleva una exigencia diferencial que bien ejecutada lo convierte en genuinamente maravilloso. Justamente este es el caso. La pronunciación, la dicción y la calidad vocal de todo el reparto es exquisita. La calidad de la orquesta es excelente y la partitura original combina belleza, emoción y un fuerte mensaje de compromiso y lucha sociales. El musical funciona como una única pieza musical. Este hecho enlaza directamente con las transiciones que son una auténtica maravilla por su sutilidad; toda la dramaturgia está tan bien elaborada que no hay en ningún momento cortes abruptos o sensación de concatenación de escenas; todo transcurre de forma absolutamente orgánica y es una gozada.
En este sentido, el ritmo del espectáculo es arrollador y no da tregua; en ningún momento baja la intensidad en una puesta en escena que es espectacular tanto en su conjunto como en cada una de sus partes y que demuestra cómo es posible ofrecer una mirada contemporánea de un clásico sin perder de vista su esencia.
Los cambios escenográficos están calculados al milímetro y el público los recibe como creados por arte de magia; cuánto se agradece en estos tiempos de sobredosis de proyecciones e inteligencia artificial la creación de espacios escénicos reales tan llenos de vida. Monumentales todos los escenarios. Y qué belleza los fondos con pinturas realizadas por el propio Victor Hugo. Una joya es la iluminación que forma parte crucial de la dramaturgia y es alma de las emociones que transitan los personajes a lo largo de la obra. Hay luz, pero también hay oscuridad; todo cuenta, todo marca la diferencia.
Los miserables es un musical donde brillan por igual los números grupales como los solos y para lograrlo es vital una correctísima elección de elenco que se cumple con creces. Sobresale el talento genuino de todo el conjunto interpretativa y vocalmente. Una ejecución excelente con una precisión de movimiento maravillosa; no hay en este espectáculo coreografías entendidas como piezas de baile, pero todo el musical es en sí mismo una perfecta coreografía. El nivel vocal e interpretativo de todo el reparto es sobresaliente lo que ha hecho posible construir un espectáculo con mucha personalidad. La entrega y presencia de todos los intérpretes es mayúscula y junto a una propuesta dramatúrgica superlativa da como resultado un musical absolutamente redondo.
La pareja de antagonistas formada por Adrián Salzedo como Jean Valjean y Pitu Manubens como el inspector Javert es sencillamente formidable. Salzedo muestra un Valjean lleno de matices, fuerza y presencia, desplegando un maravilloso y versátil registro vocal. Por su parte, Pitu Manubens construye un Javert soberbio, entregado y con mucho carácter que transmite contundencia y también vulnerabilidad a través de una voz arrebatadora. Quique Niza como Marius y Elsa Ruiz Monléon como Éponine otorgan momentos de vida y desgarro con sus personajes atravesados por el amor y el dolor. Su técnica vocal es brillante y especialmente sus solos son puro deleite. Malia Conde y Xavi Melero como el matrimonio Thénardier están simplemente fabulosos y aportan los momentos más divertidos del espectáculo.
Los miserables es un musical exigente e impecablemente ejecutado en todos sus aspectos escénicos lo que le convierte en una lección de lo que verdaderamente debe ser por definición un musical de matrícula de honor. Esta nueva versión española es, sin lugar a dudas, el mejor musical de la temporada y prueba clara de que este título es el más extraordinario e increíble de la historia universal del teatro musical. Una experiencia sublime de un clásico imprescindible, memorable y eterno que sencillamente te atraviesa y conquista el corazón. Que no te lo cuenten, ¡vívelo! Será inolvidable.
