Tenía mucha curiosidad por ver cómo la industria del musical había sido capaz de versionar esta historia llevada al cine de manera tan magistral por Clint Eastwood. Lo cierto es que la aventura no me decepcionó, a pesar de ser una escéptica del “romanticismo” desde hace unos años.
Poner en escena este proyecto en España fue un empeño personal de Gerónimo Rauch (protagonista masculino), quien asegura que se enamoró de la partitura y no paró hasta subirla a las tablas. Admiro su tesón para sacar adelante esta obra, así como su capacidad de ver el potencial de una historia tan femenina y su talento para reunir a un elenco tan reconocido y brillante.
A pesar de que no comparto ese “amor” de Rauch por las canciones del musical, sí debo admitir que la mayoría son interesantes. En especial me atrajo la complejidad vocal que exigen varios de los temas y que tan bien resuelven los intérpretes. Particular reconocimiento merece la escena del clímax de la fugaz relación, con una cama voladora y una dirección que deja muy poquito a la imaginación. Vamos, que sí, que la elipsis de la peli no es tal en el teatro. Ahora bien, yo te aviso: si no estás en modo “in love” en tu vida, puede resultarte
un poquito empalagosa.
Por cierto, tremenda bronca me llevé de mi santa madre por no ser la elegida para acompañarme al evento. Resulta que esta historia tiene un club de fans bastante asentado entre el público talludito, ese que peina canas. Así que, si no acertaste con el regalo de Navidad a tu madre, o quieres sorprender a tu padre en el día de San José, unas entradas para «Los puentes de Madison» pueden convertirse en una apuesta ganadora.
TE VA A GUSTAR: si eres fan incondicional de los musicales y si te enamoró la película. Esta propuesta descubre nuevas capas narrativas que no me había planteado en la versión cinematográfica. Además, te vas a dar el gustazo de escuchar a Nina y a Rauch, (dos de las mejores voces en activo), admirar un diseño de luces extraordinario y disfrutar de una escenografía que nada tienen que envidiar a las propuestas de Broadway y el West End londinense. ¡Chapó!