Los puentes de Madison, el musical

Los puentes de Madison, el musical

Los puentes de Madison, el musical es una de las historias más emblemáticas del cine de todos los tiempos. ¿Es posible llevar al escenario un proyecto que comenzó como un fenomenal éxito de ventas de la novela de Robert James Waller (1992) y que luego siguió con una maravillosa película (1995) bajo la mirada del maestro Clint Eastwood y de su protagónico junto a Meryl Streep?

En el Musical, la historia de amor suscita una ardiente meditación sobre los destinos humanos. Ambientado en 1965, en Iowa, con una atmósfera de inquietante belleza, el drama está inmerso en una potente puesta en escena y en su fantástica partitura, ejecutada magistralmente por las soberbias voces de Nina y Gerónimo Rauch acompañados por un elenco de primera línea.

(El elenco puede sufrir cambios y modificaciones sin previo aviso).

Sinopsis

Francesca había sido una novia de guerra en Nápoles. Su futuro esposo debía ser Paolo, pero él nunca regresó del campo de batalla. Poco tiempo después conoce a Bud y se casa con él con la esperanza de lograr una vida mejor al otro lado del océano. Más tarde, con su matrimonio de dos décadas y dos rebeldes hijos adolescentes, un encuentro inesperado le hará cuestionar su propia existencia. Durante cuatro días, en los que el marido y los hijos se ausentan para asistir a una feria, su vida dará un vuelco y cambiará para siempre.

Los Puentes de Madison no es la historia de un adulterio, sino la canción desesperada de un amor que se sublima en la separación y, al no poder ser, trasciende y perdura para siempre. Los amantes son los protagonistas de una epifanía que sólo cobra todo su sentido en la valentía brutal del renunciamiento.

El Puente es la metáfora del vínculo imposible. Lo que une, pero también separa. La clave de lectura es la identificación del espectador con el drama en escena, el que desatará una arrasadora empatía frente a la desazón desesperada y la ilusión poética de Francesca. Habiendo sido capaz de entregarse de cuerpo y alma a lo desconocido, ella se encuentra dividida entre su deber y sus sueños.

Un dilema enloquecedor que nos lleva a plantearnos cuál es el verdadero amor: Si aquel que es egoísta y se concentra en seguir exclusivamente nuestros deseos hacia el fuego desatado por el encuentro con el ser amado, o el desinteresado que, sin embargo, nos obliga a sacrificar nuestras más profundas pasiones por el bien de los otros.

Francesca ama de las dos maneras, pero sólo podrá elegir una opción.

Sinopsis

Francesca había sido una novia de guerra en Nápoles. Su futuro esposo debía ser Paolo, pero él nunca regresó del campo de batalla. Poco tiempo después conoce a Bud y se casa con él con la esperanza de lograr una vida mejor al otro lado del océano. Más tarde, con su matrimonio de dos décadas y dos rebeldes hijos adolescentes, un encuentro inesperado le hará cuestionar su propia existencia. Durante cuatro días, en los que el marido y los hijos se ausentan para asistir a una feria, su vida dará un vuelco y cambiará para siempre.

Los Puentes de Madison no es la historia de un adulterio, sino la canción desesperada de un amor que se sublima en la separación y, al no poder ser, trasciende y perdura para siempre. Los amantes son los protagonistas de una epifanía que sólo cobra todo su sentido en la valentía brutal del renunciamiento.

El Puente es la metáfora del vínculo imposible. Lo que une, pero también separa. La clave de lectura es la identificación del espectador con el drama en escena, el que desatará una arrasadora empatía frente a la desazón desesperada y la ilusión poética de Francesca. Habiendo sido capaz de entregarse de cuerpo y alma a lo desconocido, ella se encuentra dividida entre su deber y sus sueños.

Un dilema enloquecedor que nos lleva a plantearnos cuál es el verdadero amor: Si aquel que es egoísta y se concentra en seguir exclusivamente nuestros deseos hacia el fuego desatado por el encuentro con el ser amado, o el desinteresado que, sin embargo, nos obliga a sacrificar nuestras más profundas pasiones por el bien de los otros.

Francesca ama de las dos maneras, pero sólo podrá elegir una opción.

Ficha artística
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Opiniones del espectáculo 5
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Preguntas frecuentes
¿Cómo es la música de Los Puentes de Madison?

La partitura de Los Puentes de Madison, de Jason Robert Brown, es una composición de poderosa intensidad e impecable refinamiento. Una escritura musical que agrega espesor a la historia de dos almas y dos mundos antagónicos que se encuentran en circunstancias tan imprevistas como improbables. El europeo de Francesca, por un lado, representado por melodías, armonías y ritmos (en temas como Hacer un hogar, ¿Cómo llamar un hombre así? y Casi real) que acentúan el bagaje emocional que emana de las raíces propias de la historia de la heroína, y una música de amplísimo registro vocal donde cada nota sale del corazón. En contrapunto, se presenta el mundo de Robert, América, con una épica folklórica imbuida de su experiencia como fotógrafo documentalista, a través de canciones como Todo se va, Quieres saber, Un segundo y Un mundo por andar. La orquestación es muy inteligente: guitarras, mandolina, percusión, piano y teclados, a los que se suman, para enmarcar secuencias inolvidables, las cuerdas del violín, cello y contrabajo, sonidos que sellan, como bajo la fuerza de un hechizo, la unión de estos dos mundos. La partitura de Brown también remite a la música country del interior de los Estados Unidos, del ambiente rural inconmensurable y aldeano a donde llega Francesca a vivir, y a la música blues, aquella que sonaba, dulce y sugestivamente, en las radios hacia mediados de la década de los 60. Es, sin duda, una partitura rigurosamente lograda, que da voz y legitimidad a cada uno de los personajes a lo largo de toda la representación. En lo que toca a la pura historia de amor entre Francesca y Robert, traza el exacto recorrido que ilustra y sublima, en formidables dúos de amor, aquello que, si bien pareciera poder acontecer de manera efímera en el marco de una cotidianeidad arrasadora que condena todo al olvido, permanecerá, sin embargo, para siempre, como una eterna llama de amor que ni siquiera la muerte podrá apagar.

¿Cómo es la escenografía de Los Puentes de Madison?

La puesta en escena estará intensamente sostenida por una escenografía que convertirá el escenario en un espacio de planta circular. Una envolvente curva será el marco que, paradójicamente, creará la inmensidad y la frontera del mundo de Francesca, la protagonista de esta gran historia. Si bien ilimitado geográficamente, no dejará de ser un espacio que la rodea y encierra. Sin aristas, repetitivo y protector, allí estará todo cuanto ella acepta y atesora. Allí también, contra toda expectativa, llegará el huracán de lo nuevo, que en los inolvidables cuatro días de la historia de la obra hará de Francesca una mujer para siempre escindida. La escenografía rememorará las imágenes naturalistas de la película, a fin de convocar a la memoria emotiva de muchos espectadores que hayan disfrutado de la película y la atesoren en su corazón. Pero tendrá, también, su personalidad, novedad y autenticidad teatral, con efectos de proyecciones y minuciosos detalles en las variadas configuraciones espaciales que se sucederán en el vasto rango de escenas a través de las cuales se desarrollará la obra. Una cuidadosa maquinaria escénica y compleja automatización de pisos permitirán que todos los cambios sean ejecutados a vista de público, a fin de provocar una cabal inmersión del espectador en la trama. El espacio se transformará y surgirá la aparición de las dos localizaciones más importantes de la historia: la casa, ubicada en el campo cercano a un pequeño pueblo del Condado de Madison, y el célebre Puente de Roseman. Ese puente rojizo, de listones de madera cruzados y techo abovedado, testigo de la memorable historia de amor del fotógrafo de la National Geographic y del ama de casa pueblerina, será la metáfora del inquebrantable vínculo de los amantes. Aquello que une, pero que también separa, trasciende, y perdura para siempre.

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