Poco humor, la verdad

Luis Piedrahita: Es mi palabra contra la mía

Luis Piedrahita: Es mi palabra contra la mía
29/10/2023 - Teatro Reina Victoria

El humor depende mucho de tus referentes como receptor. Y se retroalimenta. Cuando alguien te resulta divertido, hay una predisposición, una conexión de códigos compartidos, que hace que, incluso, antes de que empiece a hablar, tú ya estas sonriendo. Así, es arriesgado ir a un show de este estilo sin conocer nada del humorista. Fue mi caso. Admito que nunca había visto nada de Piedrahita (cosas de no ver la tele, supongo) así que no tenía ni idea de qué registros humorísticos transita, sólo había oído que practica un humor inteligente plagado de riquísimo lenguaje.

Pues sería por ser mi primera vez, pero no conecté. Peor; me aburrí. Mucho. Hasta él en el show hay un momento que nos dice «y pensabais que venías a ver humor inteligente…».

Monólogo largo, inconexo, con recursos trillados como reírse de los señores mayores con sus pantalones bien altos y ellas teñidas de colores absurdos. Para rematarlo, demasiados, muchos minutos con humor escatológico, el recurso fácil del caca-culo-pedo pis, y ni siquiera especialmente graciosos (referencias al olor de las heces de nuestros padres). Y cuando parece ser que se ve la rapidez y agilidad para improvisar, la reacción ante un camión que toca el claxon en el exterior, resulta que está preparado y sale cada día.

Sí es cierto que el escaso hilo conductor es muy interesante, que nunca estamos contentos con lo que tenemos. Si eres mayor, quieres ser joven. Si eres niño, quieres ser mayor. Ambos pensando que el otro hace lo que quiere. Y que, para luchar contra esa frustración vital, lo mejor es sonreír. El humor es la medicina para el alma. Bonito mensaje. Y la mayoría sí sonreía.

Lo mejor: la casi media hora previa, mientras el púbico se va sentando, él ya ?juega? con nosotros, comentando nuestro aspecto, ropa?sin herir a nadie y generando un ambiente de quitar barreras, de complicidad sin nada más que, aquí sí, su ingenio improvisado. Y el dominio dialéctico de Piedrahita.

Lo menos mejor: Aparte del escaso humor, el recurso excesivo de hacer participar al público, con lo que van pasando minutos y minutos sin que desde el escenario nos llegue nada.

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