María Luisa no se rinde jamás

María Luisa

María Luisa
24/04/2023 - Teatro de la Abadía

Maria Luisa vive sola, queda todas las semanas con su mejor amiga a contarse, a reiterarse sus vidas, a mantenerse unidas, a comprobar que se tienen. María Luisa ha viajado, es vital, alegre, activa, vive en una casa con portero y es básicamente feliz, sola, en su piso.

Lo es hasta que su portero, queriendo ejercer de ángel custodio vocacional, sin que se lo haya pedido, siembra la duda en María Luisa. Cual anuncio de alarmas le recuerda que está en los márgenes, que no sigue la norma y es vulnerable en su soledad.

Y María Luisa, un poco niña divertida, un poco mujer de vuelta de todo, se deja hacer y va más allá: donde su portero pone tres nombres en su buzón y dos muñecos en su ventana para disuadir a los peligros potenciales que la acechan, ella imagina y se hace con dos hombres dispares, disparatados hasta en los nombres, disparatados como los sueños más libres.

Y la María Luisa niña juega con ellos. Juega a que le hagan feliz, a que uno, Beckenbauer, le prometa poner el mundo a sus pies; que otro, Azzopardi, sea un soñador, un poeta inasible, abstraído, joven y algo melifluo. Dos hombres que beban los vientos por ella, que existan por ella, dos que sin ella se desvanecerían literalmente.

Pero María Luisa, más práctica que tonta, y puesta a crear sus ideales (hasta que le sirvan) también crea a un tercero pegado a la tierra y a las normas; a lo que le conviene: uno que le haga de pastillero, de fisioterapeuta, de caballero agenda, de voz de alerta, de voz de alarma a la que escuchar si le conviene y desoír cuando no.

María Luisa es fantástica creando realidades, creando ideales, persiguiendo sueños que nunca se atrevió a poner en práctica. Tal vez los haga, en algún plano de la realidad, de la mano de estos tres personajes. Y si no, con los siguientes de la lista. Ya se ocupará su portero de ponerlos en órbita.

Lo mejor de esta pieza son los tres personajes que crea María Luisa, deliciosamente interpretados por Juan Paños, Juan Codina y Juan Vinuesa. Hilarantes a ratos, tiernos, desubicados, estos tres muñecos al servicio de Maria Luisa, son oro.

Yo vi la obra en el preestreno. Perdió algo de ritmo a media función, pero seguro que lo cogerá rápidamente y acabará , en breve, con María Luisa bailando al final en su deseo más oculto y riéndose con Nada y con su «Ma che freddo fa», aquella canción que decía : «Qué es la vida sin el amor, es como un árbol que ya no tiene hojas».

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