Marta Pazos vuelve al Centro Dramático Nacional con su versión Comedia sin título, una reinterpretación del texto inacabado de Federico García Lorca. Con un elenco jovencísimo, este montaje difumina los límites que separan el escenario de la calle; y deja espacio para el lirismo y la soberbia, la elegancia y la hostilidad, la belleza y el sarcasmo.
Es una obra que se desborda, casi un animal en sí mismo que devora su contexto político y social para después vomitarlo. Fuera, los acontecimientos condicionan la acción y es sobre las tablas desde donde se interpela al público; un público que se incomoda, que se remueve y que se sorprende. Más que una encerrona, esta propuesta es una auténtica emboscada.
Tiene mucho de provocación. Y como resultado hay quien se levanta de su butaca durante la función para irse. Más allá del lenguaje, representan su propia incomodidad a través del cuerpo. Y eso tal vez se deba a que han entrado más de lo que se imaginan en este universo. Pero también estamos las que nos mantenemos pegadas al asiento, sin saber si hemos perdido el hilo o lo estamos recuperando. Es una ambiciosa montaña rusa a la que animo a subirse. O al menos a intentarlo.